Bustillo del Paramo - Ayuntamiento

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EL PASADO Y PRESENTE DEL PÁRAMO - 2 de 4

Cruz de la Ermita de Santa AnaAntes, dije que todos eran parecidos. Mi Ayuntamiento lo componen siete pueblos: Bustillo que es mi pueblo, La Milla, Matalobos, Grisuela, San Pedro, Antoñanes y Acebes; todos tenemos el mismo apellido: del Páramo, como si fuésemos todos del mismo padre. Cuando miramos al Norte, nuestros ojos divisan las montañas de León y de Asturias; esto al Norte, porque para las demás partes sólo es tierra y árboles. Tierra cubierta y sembrada de trigo, maíz, remolacha, girasol y alubias, etc, éstas poco, apenas se siembran. Sus gentes son trabajadoras, tienen la piel oscura y sus rasgos muy acentuados del trabajo de sol a sol. Es fuerte, pero también el paso del tiempo deja sus huellas, cansada de trabajar y sudar. Pero al igual que la juventud es hospitalaria y buena, curtida por el frío.

Hacemos fiestas increíbles con música: esos días nadie trabaja; el día de San Pedro, que es nuestro patrono, de la Iglesia de Bustillo, al igual que los otros pueblos hacen la suya, pues aquí, la religión o fiestas religiosas son muy respetadas, esto lo tenemos muy arraigado, nos lo inculcaron siendo pequeños y además es una gran cadena es un eslabón más de nuestras obligaciones y costumbres, y la juventud sigue con ello cada vez más y más. Esto une cada día y cada año a la juventud de nuestros pueblos, se visita, y hasta a algunos los une el mejor de los sentimientos el amor y el matrimonio.

Hace muchos años en nuestros campos, predominaban los barbechos pues las tierras estaban todas igual, no había árboles, ni praderas, todo era tierra seca abierta por el calor, que de esto si que había mucho más que ahora.

Sus tierras planas sólo tenían la mirada del Cielo y las torres con sus cigüeñas de las iglesias de los pueblos, que si subían sólo se divisaba un largo y gran horizonte, pero a la vez interminable. Sólo se sembraba trigo y centeno que crecía pequeño al no tener agua para regar, era tal la pobreza que el pan se hacía de centeno y los pocos pozos que había ni manaban, sólo era hambre, soledad y marginación sin olvidar la muerte. Si aunque el resto es un poco duro, la muerte era una realidad que estaba presente en la natalidad. Como en el medio rural además de carecer de médicos, carecían de dinero, de medios económicos, según nacían, morían y con ello las madres, y si nacían solo sobrevivían la mitad. Las familias eran muy grandes, algunas parecían proles, hasta doce hijos a los cuales les esperaba la misma suerte que a sus padres, eran plenos esclavos del campo y de la vida.

Labraban la tierra con animales y herramientas muy rústicas, pues nosotros no sabemos ni como se llaman. Pero me atrevería a decir que eran felices, sabían conformarse con lo poco que había, sobre todo al terminar sus labores se reunían en una especie de cocina que en el medio había una gran hoguera y un pote en el medio, haciéndose la cena, aquí todos cantaban y conversaban sus cosas, pero hacían algo muy serio y muy arraigado, rezaban en familia con gran fe el Santo Rosario.

<-Prec.
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